Quien no consume frutas y verduras se pierde sus
importantes acciones en el organismo, como fortalecer, revitalizar, depurar y
desintoxicar.
En el libro “El poder de los zumos”, su autor, Jay
Kordich -a quien una dieta fundamentada en ellos lo ayudó a sanar de una grave
enfermedad- Afirma que incluir los zumos en la alimentación “mejora el sistema
cardiovascular, aumenta el rendimiento físico, baja la presión sanguínea,
favorece el sueño por la noche e incrementa las energías”.
Fácil asimilación
Una de las ventajas fundamentales de la ingesta de zumos
es que cuando se toman se elimina un proceso digestivo: la extracción del
líquido de las fibras. Al comer hortalizas y frutas frescas, el cuerpo extrae
de la fibra en forma de líquido lo que necesita. La licuadora ahorra trabajo al
organismo ya que separa el zumo de las fibras, de manera que el cuerpo recibe
la máxima cantidad de sustancias nutritivas en pocos minutos.
Un aspecto clave es que el zumo que se extrae de la
licuadora es diferente del envasado que se vende en los supermercados, ya sea
concentrado o no. En primer lugar, es absolutamente fresco, lo cual es
primordial dado que las sustancias nutritivas pierden muchas de sus propiedades
al poco tiempo de haberlas licuado. Además, el zumo natural no está
pasteurizado, esto es, cocinado, por lo que conserva vivas todas las células
básicas para la salud. Por último, los zumos naturales son puros, sin aditivos
ni conservantes.
¿Batidora=licuadora?
Con frecuencia, las personas tienen un concepto
equivocado del papel que desempeña una licuadora. Se plantean: ¿Por qué no se
pueden poner las frutas en una batidora o en un minirrobot de cocina? La
respuesta es sencilla. La batidora y el minirrobot convierten los alimentos en
un puré que no es más que la versión líquida de la fruta o la hortaliza entera.
La licuadora, sin embargo, extrae los zumos de la fibra.
Un dato: una taza de zumo de zanahoria contiene el
equivalente nutritivo de cuatro tazas de zanahoria cruda troceada. Los zumos
que se toman inmediatamente después de prepararse contienen casi el 95% del
valor nutritivo de la fruta o la hortaliza y proporcionan de inmediato el
alimento al cuerpo liberándolo al torrente sanguíneo.
Zumos de hortalizas
Cuando una persona adquiere una licuadora lo primero que
suele hacer es prepararse zumos de fruta. Ciertamente, no hay nada más sabroso
que un zumo de manzana recién exprimido. Ahora bien, existen unas cuantas
razones que aconsejan que los zumos se hagan sobre todo con las hortalizas y
que las frutas, sin renunciar a tomarlas en zumos, se coman también enteras.
En primer lugar, las hortalizas son más difíciles de
digerir cuando se ingieren enteras. Son más pesadas y se descomponen con mayor
lentitud que las frutas. Por otro lado, las verduras son los pilares de la
vida, las responsables de que los músculos, los tejidos, las glándulas y los
órganos se mantengan fuertes y sanos. Al tomar zumos de hortalizas, el cuerpo
recibe casi el 100% de los nutrientes que contienen. Por último, las frutas
contienen mucha pectina, que ayuda a la digestión y regula el funcionamiento
del organismo. La pectina se absorbe mejor cuando se come la fruta entera.
Belleza y salud
Los alimentos frescos, no cocinados, ayudan al cuerpo a
eliminar toxinas y le permiten renovar fuerzas y energías; hacen que la piel se
mantenga tersa, el cabello brillante, el aliento fresco y que todo el organismo
esté bien regulado; los resfriados y las gripes disminuyen; los dientes son
menos propensos a las caries y las encías a sangrar.
Pero eso no es todo. Algunas investigaciones han
demostrado que el betacaroteno-una sustancia presente en algunas hortalizas- es
esencial para la prevención de muchas enfermedades, ya que actúa como
antioxidante y neutraliza las moléculas perjudiciales conocidas como radicales
libres. De este modo, protege las características genéticas de cada célula, lo
cual se traduce en una menor posibilidad de que se desarrollen tumores
malignos. Algunas verduras con betacaroteno son la zanahoria, el brécol, el
repollo, la coliflor, espinacas, coles, berro, rutagaba…
Papaya, piña y tamarindo son los ingredientes estrella de
una dieta muy tropical que en un abrir y cerrar de ojos dará al traste con esos
centímetros de sobra. Ideal para rebajar la antiestética despensa de grasa que
se hace fuerte en determinadas zonas, forma parte de las llamadas dietas
exprés, lo que supone que hay que practicarla con mesura y en cortos períodos
de tiempo.
Las dietas de zumos se prodigan por doquier para echarle
un pulso a la báscula en un corto periodo de tiempo. Además, suelen aportar
como ventaja añadida un saludable efecto depurativo. Sin embargo, habrá que
extremar las precauciones a la hora de elegir las frutas y la cantidad a
ingerir porque un exceso de azúcar puede conllevar un aumento de peso.
La piña, la papaya y el tamarindo conforman un eficaz
trío que ataca directamente al volumen adipocitario que toma asiento en las
zonas conflictivas en forma de reserva grasa. Escasas en calorías y muy
saciantes, no sólo propician una rápida pérdida de peso sino que sirven para
eliminar toxinas y depurar el organismo.
Su capacidad para reducir centímetros de más radica en
que la papaya y la piña ejercen como movilizadores del tejido graso, al tiempo
que el tamarindo despliega su poder para quemar ese exceso de grasa a nivel
celular.
Movilizadores del tejido graso
Las células adiposas son auténticos almacenes de grasa.
En su insaciable capacidad de acopio pueden multiplicar hasta por diez su
tamaño, lo que se traduce en un aumento de peso y de volumen. La batalla
antigrasa se libra a nivel calórico con una reducción drástica de la ingesta de
calorías, santo y seña de toda zumodieta que se precie.
En este sentido, la piña y la papaya contienen todo un
arsenal de enzimas biocatalizadoras que actúan como movilizadores del tejido
graso y del tejido conjuntivo. Ambas potencian el drenaje de sus zonas
esclerosadas, donde las retracciones de la dermis dan paso a la característica
piel de naranja y a las alteraciones del retorno venoso.
Efecto quema-grasa
El objetivo de esta zumodieta tan tropical es reducir el
cúmulo de grasa. Tras la acción movilizadora de la piña y la papaya, el rico
tamarindo incorpora en su composición ácidos que tienen poder para quemar el
exceso de grasa. Todo ello gracias a su estelar intervención en el ciclo del
ácido cítrico que tiene lugar en el interior de la célula.
Una dieta a base de zumos implica un ahorro energético.
De esta forma, el organismo puede utilizar la energía en otras funciones más
saludables, como reparar, desintoxicar, normalizar y revitalizar los tejidos.
Además, durante su seguimiento disminuye el apetito de forma progresiva y el
cuerpo busca la energía (glucosa) en los depósitos de triglicéridos almacenados
en los adipocitos.
Bajar entre 2 y 5 kilos
Esta zumodieta de entre 3 y 7 días de duración posibilita
una pérdida de entre 2 y 5 kilos, dependiendo del peso inicial. Supone la
ingestión exclusiva de zumos de piña, papaya y tamarindo, aunque no deberán
rebasarse los dos kilos diarios de fruta. Su espartano menú se acompaña con
agua, así como con infusiones relajantes de naranjo amargo, manzanilla o melisa
para antes de dormir.
Sus mejores destinatarios son aquellas personas que gozan
de una salud de hierro, ya que puede generar estados carenciales. Por otro
lado, se recomienda abstenerse de sus antigrasos favores a embarazadas,
diabéticos insulinodependientes e individuos sometidos a un tratamiento médico
continuado.
Cómo mezclar los zumos
La excepción al ‘todo vale’ son los zumos de verduras.
Estos zumos ‘verdes’ se deben mezclar con los más suaves y gustosos, como el de
zanahoria o manzana -de lo contrario es probable que se sufra algún malestar
gástrico-. Salvo esta excepción, los zumos de frutas y hortalizas no se
mezclan.
Masticar el zumo
Cuando se beba un zumo de verduras debe masticarse. Esto
significa pasarlo de un lado a otro de la boca hasta notarlo más tibio y más
dulce. Este movimiento y el propio alimento activan las enzimas digestivas de
la saliva.
Consejos en torno a la zumodieta
La zumodieta de piña, papaya y tamarindo aporta
vitaminas, minerales, aminoácidos e hidratos de carbono. También fibra, grasa y
proteínas en dosis ínfimas. Resulta muy eficaz para adelgazar, pero su problema
es la falta de proteínas, por lo que se recomienda no prolongarla más allá de
lo recomendado (entre 3 y 7 días).
Su drástica estrategia obliga al organismo a buscar la
energía en los tejidos grasos, que además de acumular depósitos tóxicos son
depositarios de una reserva hormonal. Por esa razón se recomienda mantener los
tejidos en un buen estado de hidratación mediante la ingestión diaria de unos
dos litros de agua, a ser posible mineral. La deshidratación puede acarrear
cansancio y cefaleas. También se aconseja ingerir suplementos ricos en
vitaminas B y C.
Preparar un zumo de zanahorias
El zumo de zanahorias se toma crudo en cantidades que
varían entre 50 y 400 gramos al día. Lo primero es limpiar las zanahorias de
polvo e impurezas metiéndolas en agua. A continuación se raspa su superficie
con un cuchillo sin pelar la piel. En ella es donde existe una mayor
concentración de carotenos o vitamina A.
Pasando un kilo de zanahorias por la licuadora se saca
alrededor de un cuarto de kilo de zumo. Este se puede diluir en agua y añadirle
miel y limón. También es muy recomendable la mezcla del zumo con el de naranjas
recién exprimidas.
Zumo de limón para los huesos
La cáscara de los huevos de color blanco es un verdadero
almacén de minerales como el calcio, bicarbonatos y otras sustancias que pueden
colaborar de forma decisiva a fortalecer los huesos. Además de la elevada
cantidad de ellos que nos aportan, destaca su elevada calidad.
Para obtener estos minerales le proponemos un sencillo
remedio que puede practicar tres veces por semana y una semana de cada mes. Lo
primero que hay que hacer es limpiar bien la cáscara de un huevo blanco. Una
vez limpio se introduce en un vaso y acto seguido se debe llenar el vaso con
zumo de limón, utilizando una cáscara del limón para colocarla encima del huevo
y sumergirlo dentro del zumo. Esta mezcla debe reposar durante toda la noche y
a la mañana siguiente se saca el huevo con una cuchara, colamos el líquido y se
ingiere durante el desayuno, lentamente.
La licuadora
En el mismo momento en que alguien se decida explorar el
mundo de los zumos, algunos utensilios de la actual cocina le parecerán objetos
obsoletos, mientras que otros adquirirán un nuevo significado. Por ejemplo, el
horno microondas se llenará de polvo, mientras que la nevera se convertirá en
el nuevo punto focal.
La licuadora es la estrella de la cocina natural. Se debe
colocar en la encimera, preferentemente cerca del fregadero, en un área
despejada. Es utensilio caro pero, si se tiene en cuenta el provecho que se le
puede sacar, su precio resultará ínfimo.
La diferencia de precios entre los distintos modelos se
fundamentará en el tamaño del motor. Pero lo esencial es que tanto éste como la
cuchilla tengan la suficiente fuerza como para funcionar eficazmente con
grandes cantidades de piel, tallos y cortezas. Además, no debe pesar demasiado
-entorno a cinco kilos-, y debe estar diseñada para que puedan prepararse
varios zumos sin tener que desmontarla y limpiarla cada vez.El recipiente debe
estar ligeramente inclinado para que, cuando se introduzcan los alimentos en el
conducto, el zumo se deslice por la rejilla y la pulpa resbale y salga por la
parte posterior. Las mejores rejillas y cuchillas son las de acero inoxidable;
la pulpa debe juntarse en un gran depósito -preferiblemente exterior- para no
tener que retirarlo cada vez que se acumula demasiada.
Este artículo fue realizado gracias a alimentaciononline.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario