No todo lo que brilla es oro, dice el refrán. Ni todo
colesterol es malo, se podría agregar. De hecho, no hay colesteroles distintos,
ni buenos ni malos, se trata de la misma molécula que es esencial para la vida.
Dicen que esconde el secreto de la longevidad, por lo
tanto, quienes tienen la suerte de poseerlo en elevadas cantidades, cuentan con
una poderosa arma para vivir más y mejores años.
Se trata del colesterol bueno, que es el encargado de
evitar que el colesterol malo se adhiera a las arterias y las obstruya. Por lo
tanto, el tener este preciado elemento reduce los riesgos de sufrir accidentes
cardiovasculares. Cuando se habla de un colesterol malo y uno bueno, en
realidad no se está aludiendo a colesteroles distintos, sino a una misma
molécula que es esencial para la vida. La diferencia está en el tipo de
lipoproteínas que los transporta a través de la circulación. El que es
transportado por las partículas de lipoproteínas de baja densidad (LDL) es
dañino para el organismo, y se suele denominar colesterol malo. Por el
contrario, el colesterol transportado por las partículas de lipoproteínas de
alta densidad (HDL) disminuye el riesgo de enfermedades, y se le llama
colesterol bueno.
Este último se produce en el hígado, circula en el plasma
y es el encargado de captar el colesterol malo desde las células de los tejidos
periféricos, fundamentalmente el de las arterias, y transportarlo hasta el
hígado, donde es metabolizado y eliminado como sales biliares y colesterol
libre.
Además de reducir el LDL, el colesterol bueno es en sí
mismo un elemento importante al momento de considerar los riesgos de sufrir un
accidente cardiovascular, ya que una persona con un nivel bajo, es decir, menos
de 40 mgr%, tiene más probabilidades de ser víctima de este tipo de
enfermedades.
El doctor Alejandro Abufhele, jefe del Departamento de
Cardiología de Clínica Alemana, explica que el colesterol bueno está marcado
genéticamente: “Hay personas con un HDL alto y otras que lo tienen bajo, porque
heredaron esta predisposición de sus padres”. Sin embargo, para estas últimas,
la batalla no está perdida, porque esta tendencia se puede modificar con
ciertas medidas que permiten aumentar los niveles de HDL.
El colesterol “bueno” es el HDL, sigla en inglés de
“lipoproteína de alta densidad”. La presencia en la sangre de esta proteína
ayuda a evitar que los vasos sanguíneos se taponen e impidan la circulación.
La relación entre la salud cardiaca y el colesterol bueno
En los carnívoros —como los leones, los osos y hasta los
perros—, el colesterol bueno alcanza un nivel muy elevado, protegiéndolos de
las enfermedades de las arterias coronarias y de los derrames cerebrales que
suelen afectar a quienes comen mucha carne. Pero los seres humanos somos
omnívoros y nuestra anatomía se asemeja más a herbívoros como las vacas y los
ciervos, especies vegetarianas.
Mientras que lo que más preocupa a médicos y a pacientes
es el nivel de colesterol total o el LDL (el denominado “colesterol malo”),
esto es, los triglicéridos que están en nuestra sangre, un nivel bajo del
colesterol bueno es la anomalía de lipoproteínas más común entre los cardíacos.
“Más aún”, explica el doctor Michael Miller, del
departamento de Cardiología Preventiva del Centro Médico de la Universidad de
Maryland, en Estados Unidos, “los niveles bajos del colesterol bueno permiten
predecir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco“. La lipoproteína de alta
densidad se encarga de transferir el colesterol de distintas partes del cuerpo
hasta el hígado, en donde es eliminado. La lipoproteína de baja densidad es la
fuente del colesterol que hace que las paredes de las arterias se vuelvan más
estrechas.
La mayoría de la gente que sufre ataques cardíacos tiene
lecturas de HDL por debajo de los 40 miligramos por decilitro de suero
sanguíneo. En la última versión de las guías de tratamiento del Programa
Nacional de Educación sobre el Colesterol, las lecturas por debajo de 40 son
consideradas un factor de riesgo. De hecho, el doctor Miller destacó hace poco
que “son varios los estudios que demostraron que el riesgo de sufrir
enfermedades coronarias está más relacionado con los niveles de HDL que con los
de LDL“.
Los vegetarianos tienden a tener niveles bajos de
colesterol bueno, dijo el doctor Miller. Pero para cualquier persona que
consume carne, cuanto más alto sea el colesterol bueno, mejor. Según el doctor
Miller, el HDL “debe ser lo más elevado posible”. En los hombres, lo ideal es
que esté por encima de los 45 miligramos y, en las mujeres, arriba de los 55
miligramos. La relación promedio entre colesterol total y el colesterol bueno
es de 4,5 a 1 en Estados Unidos, mientras que entre aquellas personas que
sufren enfermedades cardíacas declaradas es de 5,5 a 1, según precisó el Dr.
Miller.
En busca del colesterol bueno…
Existe una serie de factores que permiten aumentar los
niveles de HDL, como hacer ejercicio, mantener un peso adecuado, suprimir el
tabaco y mantener una alimentación equilibrada.
Tipos de Lipoproteinas:
LDL: Lipoproteínas de baja densidad. Transportan el
colesterol malo y se obtienen mediante el consumo de grasa animal, como huevos,
derivados de la leche y carnes rojas. Éstas son agresoras, porque se depositan
directamente en las arterias, lo que aumenta el riesgo de sufrir un accidente
cardiovascular.
VLDL: Lipoproteínas de muy baja densidad, que transportan
triglicéridos. Éstos provienen del azúcar refinada y el alcohol. Cuando están
muy altas hacen que el LDL sea aún más malo, más denso, pequeño y con mayor
predisposición a depositarse en las arterias. Por lo tanto, en las personas con
triglicéridos altos no es conveniente el consumo de alcohol.
HDL: Lipoproteínas de alta densidad. Transportan el
colesterol bueno y son protectoras, porque están encargadas de evitar que las
lipoproteínas agresoras se peguen a las células y provoquen daños en nuestro
cuerpo.
Grasas y alimentación:
De acuerdo con estudios, hay alimentos ricos en grasas
poliinsaturadas, que tienden a bajar tanto el colesterol bueno como el malo,
como el maíz (choclo) y los aceites de maravilla y de soya.
También existen grasas monoinsaturadas que pueden hacer
crecer los niveles de colesterol bueno sin que aumente el colesterol malo, como
el aceite de oliva, las nueces y la palta.
La idea es que al consumir más de este tipo de alimentos
no aumenten las calorías que se consumen diariamente, por lo tanto, es
fundamental suprimir de la dieta otros comestibles, como los azúcares y el
arroz blanco (carbohidratos refinados). Un ejemplo de dieta balanceada es la
mediterránea que incluye muchas frutas y verduras, legumbres, nueces y
pescados, pero poca carne y derivados lácteos con mucha grasa. Se calcula que
por cada tres kilos de pérdida de peso el HDL aumenta 1 mgr%.
También es recomendable tomar dos copas de vino diarias
(250 cc), cantidad que puede aumentar en un 5 a 10% el HDL y que además,
disminuye la tendencia a formar coágulos al interior de los vasos sanguíneos.
Realizar ejercicio de forma regular, priorizando la duración a la intensidad,
también es una buena forma de aumentar los niveles de colesterol bueno. Se
estima que éste sube 1mgr% por cada 25 kilómetros recorridos por semana.
De acuerdo con el doctor Abufhele, también existen
fármacos que disminuyen el HDL y otros que lo aumentan como la vitamina B
niacina, las estatinas, los fibratos, y los estrógenos.
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