Todos, o casi todos, somos
conscientes de que practicar ejercicio físico es muy beneficioso, pero muy
pocos saben que para aprovechar esas ventajas al máximo debemos ser constantes.
Las investigaciones realizadas en este campo sugieren que para mantenerse en
forma y cuidar la salud, serían suficientes entre 150 minutos de ejercicio
aeróbico a la semana.
Sin embargo, no es buena
idea condensar el ejercicio en un único día, lo ideal sería dedicarle al menos
media hora tres días a la semana. De hecho, si el objetivo es lograr cambios
significativos a nivel cerebral, es imprescindible ser constantes. No obstante,
¿te has preguntado qué podría suceder en tu cerebro cuando te detienes? ¿Qué
pasa cada vez que dejas de correr o abandonas el gimnasio? Un grupo de
neurocientíficos de la Universidad de Maryland tiene la respuesta.
El ejercicio
aeróbico potencia el funcionamiento del cerebro
La actividad aeróbica es muy
beneficiosa para el cerebro. Este tipo de ejercicio facilita la neurogénesis,
es decir, la formación de nuevas neuronas, que irán a sustituir aquellas que
mueren todos los días, de manera que las conexiones neuronales no se afecten
demasiado y podamos seguir pensando, recordando y poniendo en práctica los
hábitos que hemos aprendido.
Por supuesto, esas nuevas
células nerviosas también permiten establecer conexiones neuronales nuevas, lo
cual significa aprender cosas nuevas. De hecho, se ha apreciado que el
ejercicio aeróbico potencia la formación de células gliales, las cuales ejercen
una función de soporte para las neuronas e intervienen en el procesamiento
cerebral de la información.
Todo esto ocurre,
principalmente, debido a que aumenta el riego sanguíneo al cerebro.
Investigadores de la universidad de Iowa comprobaron que la actividad física
estimula la angiogénesis; es decir, la formación de vasos sanguíneos a partir
de los vasos preexistentes. Dado que el cerebro consume una gran cantidad de
oxígeno, el hecho de que tenga más vasos sanguíneos y un mayor flujo de sangre,
no puede ser sino beneficioso y mejorar las funciones cognitivas.
¿Qué pasa en tu
cerebro cuando dejas de practicar actividad física?
Se ha apreciado que la
actividad física no solo incrementa el flujo sanguíneo durante el ejercicio
sino que este efecto se mantiene a lo largo del día. En diferentes experimentos
se ha podido comprobar que cuando las personas que llevaban un estilo de vida
sedentario comenzaban a practicar ejercicio, aumentaba rápidamente el flujo
sanguíneo al cerebro, el cual se mantenía incluso cuando estaban descansando.
Sin embargo, los efectos del
ejercicio físico no duran por siempre, lo demuestra un estudio realizado con
atletas que habían pasado por lo menos los últimos 15 años de su vida
entrenando una media de 4 horas a la semana. Los resultados fueron
sorprendentes.
En esta investigación se
apreció que después de 10 días de inactividad el flujo sanguíneo disminuía en
ocho regiones diferentes del cerebro, entre ellas el giro temporal inferior, el
cual desempeña un papel fundamental en el procesamiento visual, la memoria
semántica y el reconocimiento de objetos complejos, rostros y números.
El lóbulo parietal inferior,
que nos permite detectar las emociones mirando los rostros de las personas y
nos ayuda a interpretar la información proveniente de los sentidos, también es
otra de las zonas afectadas. Además, se afectó el giro fusiforme, relacionado
con el reconocimiento de las palabras y los rostros, así como el hipocampo, que
fue la zona más comprometida. El hipocampo desempeña un papel fundamental en la
memoria y es una de las estructuras más afectadas en las demencias.
Estos neurocientíficos
afirman que si apreciaron estos cambios en tan solo 10 días de inactividad, un
periodo de tiempo mayor sería nefasto. Por eso, no es extraño que un estilo de
vida sedentario se haya vinculado con un mayor riesgo de sufrir enfermedades
neurodegenerativas.
Por tanto, ahora ya lo
sabes: la actividad física moderada y constante es la mejor fórmula para
mantener activo tu cerebro.
Fuente: el post completo y original lo puedes encontrar en rinconpsicologia
Fuentes:
Alfini, A. J. et. Al. (2016)
Hippocampal and Cerebral Blood Flow after Exercise Cessation in Master
Athletes. Frontiers in Aging Neuroscience; 8:184.
Lee, T. M. et. Al. (2014)
Aerobic exercise interacts with neurotrophic factors to predict cognitive
functioning in adolescents. PLoS One; 9(6): e99222.
Tomanek, R. J. (1994)
Exercise-induced coronary angiogenesis: a review. Med Sci Sports Exerc;26(10):
1245-1251.
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